Venezuela vive una crisis humanitaria sin precedentes en la historia de América, mantiene una hiperinflación que ya se conoce como la más larga de la historia de cualquier país y supera el 1.000.000% anual y un éxodo de más de 5.000.000 de venezolanos que han buscado refugio y supervivencia en otras latitudes. 25.000 personas son asesinadas cada año por causas de robo o violencia callejera, cada 25 minutos un venezolano es asesinado con arma de fuego. El 98% de los casos queda impune ante la ley.
Los perros y gatos en las calles se cuentan por centenares, superando por mucho el millón de animales en las calles según las estimaciones. Estos animales no pueden comer ni siquiera de la basura, en un país en que 3.000.000 de venezolanos se alimentan de la basura, para los animales no queda nada.
Tampoco existe un programa sostenido y serio, de control poblacional por parte del Estado, lo que deja al desamparo a millones de perros y gatos (en situación de calle o de familias vulnerables) que se reproducen sin control alguno en un país donde sólo los recibe el maltrato y la violencia. No hay sinergias entre el Estado y las ONGs, y lo único que podemos hacer es actuar. Actuar tratando de generar soluciones éticas a esta problemática de orden social y de grandes proporciones.
Esta trágica situación ha menguado nuestra labor, que se ve imposibilitada por la carencia de todos los rubros que cohabitan dentro de la economía, hay desabastecimiento de más del 90% en insumos médicos y medicinas esenciales para la vida, desabastecimiento de productos básicos alimenticios, de gasolina y medios de transporte, con un salario base que es el más bajo de la región, no superando los diez dólares al mes, ante este escenario resulta, como es lógico, suponer que los animales no tienen sin ninguna posibilidad de ser alimentados ni atendidos por las comunidades, ni de ser rescatados por las ONGs que colapsan rápidamente ante este deterioro indetenible.
Es bien sabido que la violencia humana, inicia y se profundiza practicando la violencia hacia los animales, no sabemos cuántos animales son víctimas de la crueldad extrema en Venezuela, pero sabemos con certeza que son las primeras víctimas, que son el blanco elegido para aprender a herir con armas blancas y a disparar armas de fuego, colocando en una posición vulnerable a cientos de miles de perros y gatos comunitarios y abandonados. Los que logran sobrevivir, se multiplican exponencialmente y se exponen a la furia de una sociedad que ha naturalizado el maltrato animal como parte de su cotidiano colectivo.